VII Salutación a Santa Ana

Real Parroquia de la Señora Santa Ana
Madrugada del sábado 26 de julio de 2008

Juan Manuel Labrador felicitando a la Señora Santa Ana en la salutación con motivo de su honomástica.


I

Es ya veintiséis de julio,
¡que repiquen las campanas
de esa torre tan sublime
de esta Catedral soñada,
esta casa donde vive
la Abuelita de Triana!

Los músicos, con cornetas,
interpretaron la Nana
dedicada a la Señora
que este barrio tanto ama.

La han tocado cuatro veces,
y se encendieron bengalas
para anunciar la noticia:
llegó el día de Sant´Ana,
y lo viviremos juntos
desde hora muy temprana,
para sentir a la Abuela
de esta forma tan cercana,
esta Abuela que es la Madre
de la más firme Esperanza,
la que es Reina del lugar
amén de guapa y gitana,
convirtiéndose en el Carmen
que ilumina la mañana
con aromas de Rocío
y de alegrías muy sanas,
la que reza su Rosario
por la gente que la aclama,
la que muestra su pureza
como Niña Inmaculada,
siendo también la Victoria
de una devoción callada
que extermina los Dolores
de esa carita aniñada
que sufrió su Sexta Angustia
con silencio en su mirada,
la mirada tan Antigua
a esa Rosa sevillana
que en nuestra vida es Pastora
para las almas cristianas.

Aquí nos tienes a todos,
Señora Señá Sant´Ana,
porque todos te queremos,
y así el amor lo proclama,
lo va diciendo tu coro
que con cariño te canta,
lo afirman tus camareras
cuando al vestirte te ensalzan,
lo ratifica Ramona
clavando en ti su mirada,
lo refleja aquella escuela
dejando, al fin, restaurada
la gloria de este tu templo,
lo demuestra quien trabaja
por esta antigua parroquia,
cubriendo tantas demandas
del archivo parroquial,
lo pregona la garganta
de nuestro querido mudo,
que pronuncia sus palabras
a través de ese cariño
por donde se escapa el alma,
pero han sido nuestros curas
quienes han hecho, Santa Ana,
que la gente te recuerde,
y que otra vez Triana,
con el paso de los años,
siga cantando tu Nana.

II

Cuando llega esta hora, te decimos
lo que sabe decirte tu Triana,
pues solamente a ti, Señá Sant´Ana,
la bondad y la calma te pedimos.

Llegó por fin el día de tu Santo,
y aquí viene este joven para hablarte,
pues al felicitarte y al soñarte,
quiere ponerle voz a este su canto.

III

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre.

A tus pies viene Triana
rindiéndote sus honores,
y con plegarias y rezos
va ofreciéndote sus flores,
todas ellas recogidas
de nuestros campos mejores,
tierras siempre trabajadas
por aquellos buenos hombres
que sólo llevan a Dios
en sus limpios corazones.

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre.

Aquí viene el barrio entero
desbordado de ilusiones,
susurrando en tus oídos
las múltiples confesiones
que ha de hacerte tras un año,
colmando las devociones
que este pueblo te profesa
mediante las oraciones
que brotan de aquellos labios
donde la verdad se esconde.

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre. 

En esta noche de julio,
tú conviertes los calores
en aromas refrescantes
con tus dulces bendiciones,
y empezada esta jornada,
tras repiques de emociones
y los toques de cornetas
desde tan esbelta torre,
viene humilde a saludarte
este trianero joven.

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre.

Hoy es día de Velá,
que nuestras almas ya gocen
de sentirte tan cerquita,
porque sólo tú conoces
las íntimas sensaciones
de un barrio que reconoce
que tú eres su Patrona,
orgullo de los amores
de la gente que te quiere
sin miedos y sin temores.

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre.

Toma, Abuela, esta plegaria
que con tus manos recoges,
aquí te ofrezco mis versos,
resistiendo que me lloren
estos ojos de alegría;
no dejo que me derrote
este peso de sentirte
con todos tus bellos dones,
y a Triana tú le hablas
mientras ella te responde:

Felicidades, Santa Ana,
en el día de tu nombre.

IV

Santa Ana es trianera, y en Sevilla
también es muy querida y respetada,
quizás no haya una Santa más amada
que la que siempre está con su Chiquilla,
esa Virgen María tan callada
que sabe que la urbe, de rodillas,
sembrando aquí en Triana su semilla,
se postra ante su Madre, emocionada.

V

Justo en frente de Sevilla,
hay un barrio con solera,
pues su gente es trianera,
y sentada en una silla
con luz propia siempre brilla
Señora Señá Sant´Ana,
mujer que es rosa temprana,
y de Dios su dulce Abuela,
y en su corazón se cuela
todo el amor de Triana.

Todo el amor de Triana
lo guarda nuestra Patrona,
y este pueblo se emociona
cuando nace la mañana
con repique de campana,
y bien lo sabe la gente
en este lado del puente,
porque la Abuela de Dios
–que sólo hay una, y no hay dos–
nos cuida constantemente.

Nos cuida constantemente
porque todos la queremos,
y siempre la mantendremos
eternamente presente
en el alma y en la mente,
porque llena nuestra vida
con una paz tan sentida
que inunda nuestra razón
de una honda devoción
hacia esta Santa querida.

Hacia esta Santa querida
va siempre nuestra plegaria,
y en su Iglesia centenaria
permanece retenida
la historia que deja unida
a Sevilla y a Triana
con la misma fe cristiana,
y con gran satisfacción
va siempre nuestra oración
a la Señora Santa Ana.

VI

En este viejo arrabal
se concentra mucho arte
muy rotundo y sin igual,
y su orgullo es estandarte
de su estrega tan filial.

Vive el arte en la pintura,
en su cerámica bella,
en sus claras esculturas,
siendo todo ello huella
de sus esencias más puras.

Magna es su alfarería,
y sus cantes y el toreo,
pero con honda maestría,
Triana vio su deseo
en su sentida poesía.

Con su humildad tan sencilla,
este joven trianero,
afincado en esta orilla,
recita ante el barrio entero
sus letras de seguidilla.

VII

Atravesando el puente
con farolillos,
cruzamos la Velá
como chiquillos.
Señá Sant´Ana
sonríe alegremente
a su Triana.

Llenos de arte y gracia,
los trianeros
van a su Catedral
con los luceros.
Nace el amor
a los pies de la Santa
como una flor.

El corazón estalla
ante la Abuela,
al mostrar la sonrisa
que nos consuela.
Triana siente
con cariño a su Santa
eternamente.

Con San Joaquín casada,
da la ternura
de su hija María,
la Niña Pura.
Rompe el temor
ya que ella es la Abuela
del Redentor.

Nos da su protección
desde su altar,
porque Señá Sant´Ana
nos sabe amar.
Cuánto te quiero,
porque sólo a tu lado
soy trianero.

VIII

Perdóname la osadía,
dulce Abuela del Señor,
porque loco por amor
hoy te ofrezco mi poesía.

Habría usado la prosa,
pero como Majestad
te hablo con la verdad,
ya que eres toda hermosa.

Cuando tu luz aproximas
a tu gente de Triana,
yo sólo puedo, Santa Ana,
rezarte usando mis rimas.

IX

Triana a ti te quiere con cariño,
pues eres su segura protectora,
la que a ti siempre acude hora a hora,
con la misma inocencia de algún niño.

El mirarte a los ojos es un guiño
con el que el barrio muestra que te adora,
bella Abuelita Santa y soñadora
que vives en el tiempo que destiño.

Cuando miro tu rostro, yo recuerdo
a todas las personas que no pierdo
en ese viejo arcón de la memoria.

Mantengo siempre fresca su presencia,
pues sólo en ti, Santa Ana, está la esencia
de quien duerme en el seno de tu gloria.

X 

Vives también en la música,
en notas de pentagramas
de muy magna partitura,
porque un hijo de Triana,
aunque joven, a las Glorias
de María pregonaba,
y en una noche de mayo,
la Catedral sevillana
fue testigo de un estreno
a los pies de la Giralda.

Te compusieron, al fin,
una bellísima marcha,
donde José de la Vega
te ofrecía una alabanza
por el curso de la historia
de alegría salpicada.

Fue José Antonio Rodríguez
el impulsor de la marcha,
ese chaval que hace un año
aquí mismo te cantaba,
y a esa obra perfecta
se la tituló “Santa Ana”.

Hace muchos, muchos años
te dedicaron la Nana,
pero es que ahora también
ya tienes hasta una marcha.

Bendice por siempre, Abuela,
a ese chaval que te aclama,
y que siempre soñará
con verte a ti coronada.

XI

Triana ya coronó,
con más prisa que tardanza,
a su Reina de Esperanza,
también a la Estrella honró,
y hace un año fue la O,
pero existe una locura
en donde el amor procura
que se nombre Soberana
a la Señora Santa Ana
de la manera más pura.

Hemos honrado a María
coronándola tres veces,
sin que fueran pequeñeces
las obras de orfebrería
que se impusieron el día
de cada coronación,
y ahora surge la ilusión
de coronar a la Abuela
como la mujer que vela
por la fe del corazón.

María está coronada,
¿pero la Gloria del Padre
permite una “Reina Madre”?
La idea ya está lanzada
aunque es descabellada,
pero si la Iglesia quiere
que el pueblo no desespere,
y se corona en Triana
a la Señora Santa Ana
cuando ya menos se espere.

XII

“Oh, gloriosísima Ana,
danos salud y alegría”,
con el alma siempre sana
cantan todos a porfía
a tu belleza lozana.

No cabe ninguna duda,
pues Triana a ti te quiere
al darle toda tu ayuda,
y sin que el amor se altere
nuestra fe no queda muda.

Eres Rosa del Señor,
fragante flor no marchita,
blanca Luz del pecador,
pues con tu cara bonita
das a la vida calor.

Cual perfecta sinfonía,
proclamo siempre tu nombre,
porque tu nombre es poesía
para los labios del hombre
que sueña y no desvaría.

XIII

Seguiremos el camino
A través de la oración,
No dejando al corazón
Tomar solo su destino;
Ahora suena la campana
Alegre de tu onomástica,
Nombre de paz eclesiástica,
Amor para ti, Santa Ana.

XIV

La tarea encargada voy cumpliendo,
pues con toda mi entrega vengo aquí
para hablarte, Santa Ana, sólo a ti,
mientras todos mis versos voy diciendo.

Hoy, por fin, se realiza este gran sueño,
cantarte con amor en este día,
porque sólo tú colmas mi alegría
desde que fui un niño muy pequeño.

Tú fuiste la testigo en mi bautismo,
en mi plena niñez, siendo un chiquillo,
quisiste que yo fuera monaguillo,
y maduro, te ofrezco mi lirismo.

Me enseñaron a amarte con dulzura,
el amparo lo busco en tu mirada,
pues sé que en ella queda bien guardada
la gloria que me lleva a tu ternura.

Nunca jamás te apartes de mi vera,
haz que siempre te sienta muy cerquita,
venerable mujer Santa y bendita
que derramas tu gracia trianera.

XV

Esta poesía precoz,
sonora como un clarín,
ya va tocando a su fin,
y ha de apagarse la voz.

La palabra es de Triana,
que sea el pueblo quien rece,
y el verso desaparece
de la noche a la mañana.

La verdadera poesía
es ese bendito beso
que en el alma queda preso
cual preciosa melodía.

Poco más hay que decir,
dejo paso al corazón
que, embargado de emoción,
ya no deja de latir.

XVI

Felicidades, Santa Ana,
en este tu día grande.

Triana y Sevilla enteras
junto a ti quieren quedarse,
y ante tu dulce presencia
la gente anhela postrarse,
pues todo el mundo a ti llega
para así poder rezarte,
y cruzando la otra orilla,
con sus pasos de gigante,
vendrá a verte la Giralda
con el tono emocionante
de la voz de sus campanas
y su gesto suplicante.

Felicidades, Santa Ana,
en este tu día grande.

Hoy viene para este encuentro
casi todo el Aljarafe,
pues no sólo la ciudad
quiere poder contemplarte,
ya que tu devoción llega
a zonas insospechables,
y es que ser de Dios la Abuela
no es algo insignificante,
sino todo lo contrario,
es lo más gratificante
que el Señor te concedió
al ser de la Virgen, Madre.

Felicidades, Santa Ana,
en este tu día grande.

Cada 26 de julio,
tu barrio sueña cantarte
la letra de aquella Nana
que con devoción y arte
te dedicase Garrido
con su sentir elegante,
y de este modo Triana
quiere por siempre alabarte
como sólo sabe hacerlo:
con el estilo del cante
tan genuino y perfecto
de esta gente inigualable.

Felicidades, Santa Ana,
en este tu día grande.

Mi corazón ya se duerme,
con gozo reconfortante,
en el nicho de tu pecho,
y tras poder recitarte
mis versos de juventud,
sólo me queda rogarte
que no tardes en volver
cuando tengas que marcharte,
que Triana aquí te espera
para volver a aclamarte,
y hacia ti vuelvo mis ojos
para poder exclamarte:
¡FELICIDADES, SANTA ANA,
EN ESTE TU DÍA GRANDE!

No hay comentarios:

Publicar un comentario